domingo, 1 de mayo de 2011

Envoy Coach de MLB en Costa Rica








Desde el pasado 15 de febrero arribamos a Costa Rica como coach enviados de MLB para continuar el trabajo de desarrollo y capacitacion que habiamos comenzado en nuestra primera visita en el mes de octubre del año 2010.
Estuvimos realizando nuestro trabajo en la ciudad de Santo Domingo de Heredia, proximo a San Jose la capital tica. Nuestro trabajo fue enfocado en las categorias menores 11-12 años que reprepesentarian a Costa Rica en el latinoamericano de pequeñas ligas, estuvimos con la preseleccion de Santo Domingo, alli despues de dias de evaluacion enfocamos nuestro plan de trabajo en desarrollar las habilidades tecnico-tacticas de los chicos asi tambien en el fortalecimiento del area de pitcheo, receptoria y el coach Mirtilio Feliz, mi compañero de MLB trabajo mucho con ellos en las tecnicas de bateo.
Fue una de nuestras mas bellas y valerosas experiencias de trabajo en estos años viajando por todo el continente americano, representando a la Major League Baseball, sin lugar a dudas Santo Domingo de Heredia es una ciudad encantadora, lleno de belleza natural, gente muy sencilla y sobre todo muy entregada....como dicen ellos son gente PURA VIDA.
Gracias una vez mas a la asociacion de Mingo, a ese grupo de padres "grandes ligas", al Dr Alpizar y la primera dama la Dra Gaby.
Las familias Alvarado, Mora, Marin, Sancho, Conejo, Don Jose, Los padres de Cartago, Copita
Los Chamitos de Venezuela, Avila, Los Castillo, Marito, en fin a todos un millon de gracias.
Estaran siempre en nuestros corazones.
Dios los bendiga siempre

Asignacion de MLB International en Costa Rica febrero -abril 2011










MLB- Costa Rica 2010-2011


Con la visita de Mirtilio Feliz y Alfredo W. Valdes, ambos de nacionalidad dominicana y de gran trayectoria en el béisbol profesional, Costa Rica inicia un nuevo ciclo de conferencias y clínicas de béisbol auspiciadas por MLBI, en dirección de Elías Sosa, ex jugador de las Grandes Ligas, quien de nuevo nos da la oportunidad de tener a entrenadores de alto nivel para capacitar a nuestro manager y jugadores.

Alfredo W. Valdes, lanzador que jugó en la Liga Profesional de México y en ligas menores de MLB, es especialista en lanzadores. Recientemente estuvo en Nicaragua trabajando con la Selección Mayor de ese país, y se encargó del cuerpo de lanzadores que competirán en Puerto Rico y Taiwán, tenía listo todo para viajar allá sin embargo nos acompañará por dos meses acá y hasta el 30 de noviembre buscará preparar a manager y lanzadores, algo que hace mucha falta en nuestro medio.

Por su parte Mirtilio Feliz, también de amplia trayectoria en el béisbol dominicano, recientemente estuvo como manager en el torneo RBI en Miami, con República Dominicana, ganando el campeonato mundial de este evento.
Asi que tendremos en el país a dos personeros de alto nivel de la MLB y esperamos las agrupaciones deportivas de nuestro país puedan beneficiarse de este esfuerzo conjunto entre la FCB y MLB.

Gloria del beisbol cubano; ;Luis Giraldo Casanova "El Señor Pelotero"







El béisbol cubano ha contado en toda su historia con grandes bateadores y peloteros muy integrales. De esta estirpe es un pinareño nacido el 5 de diciembre de 1956 en el entonces batey Orozco, término municipal de Bahía Honda. Muchos en nuestro país lo consideran como el pelotero más completo que hemos tenido después de 1962 en que comenzaron las Series Nacionales.

Por mi parte soy del criterio que es uno de los tres jugadores más completos que ha tenido Cuba en los últimos 50 años. No voy a ocultar que ha sido uno de mis cuatro peloteros favoritos. Luis Giraldo Casanova Castillo, bautizado para la inmortalidad por Bobby Salamanca como El Señor Pelotero, porque era eso precisamente. Jugó con calidad todas las posiciones en nuestras campañas nacionales con excepción a la de lanzador y en el equipo Cuba se defendió los tres jardines y la primera base. Brilló en la receptoría, la primera base y los jardines, sobre todo en el right y center field. De hecho ha sido el mejor jardinero derecho de todos los tiempos de Cuba, dotado con uno de los mejores brazos, pues sabía en qué momento y hacia dónde tirar y cuando lo hacía, era duro y con mucha puntería.

Por su brazo y gran fildeador de rebotes, pocos le llegaban a segunda con un batazo por encima de primera. ¿Cuántas veces no lo vi sacar out en tercera y home con espectaculares tirazos desde la profundidad del bosque derecho? También poseía un gran sentido de la colocación y muy buen desplazamiento. Solamente un Víctor Mesa pudo lograr desplazarlo en el equipo Cuba del center al right field a partir de 1982 por cubrir más terreno a la vez que se aprovechaba más a Casanova en el bosque derecho porque poseía mayor brazo y era un jardinero derecho natural.

En la cúspide de su esplendor llegó a tener el mejor average en Series Nacionales (entre 1984 y 1986 en que alcanzó los 332), en las que, a pesar del notable descenso que experimentó en sus últimas dos temporadas, concluyó con 322 de promedio. Durante buena parte de la década del 80 fue el de mejor promedio histórico de slugging que llegó a ser de 589 en 1986. Casi siempre estaba entre los primeros bateadores y otros importantes departamentos defensivos, lo que unido a su calidad defensiva lo hizo merecedor de ser designado para selecciones Todos Estrellas en 14 campeonatos nacionales entre Selectivas (9) y Nacionales (5). Bateador de tacto y fuerza por todas las bandas y se ponchaba poco para ser slugger. También era un gran productor y anotador de carreras, que son las que en definitiva deciden los juegos, y poseía una descomunal fuerza al bate por cualquier parte del terreno que la hizo valer en kilométricos jonrones en Cuba y el exterior. A todo esto habría que agregar que desarrollaba gran velocidad de home a primera, pero sobre todo en la vuelta al cuadro e incluso, en sus inicios robó bastantes bases, sobrepasando el centenar, sin ser esa su función en Pinar del Río, al ser el cuarto bate de la provincia desde su segunda temporada.

A su tremendísima calidad y talentos innatos hay que agregar que poseía un gran pensamiento técnico-táctico e inteligencia. Además, era un pelotero caballeroso, muy carismático, popular y querido por la afición, a pesar de no ser tan espectacular y explosivo. Famosa era su depurada técnica de bateo, en opinión de muchos la mejor, la cual adornaba con un impresionante juego de muñecas con el bate en la mano en el momento en que se paraba en el home y si producto de su poderoso y veloz swing la bola llevaba características de jonrón, se paraba con los brazos abiertos disfrutando su batazo de una forma tal que daba la impresión que perdería el balance y se caería allí mismo. Cuando hacía eso ya todos sabíamos que la pelota se iba de cuadrangular. Eso era realmente un espectáculo para nosotros.

Casanova marcó toda una época y a las generaciones de cubanos que tuvimos el privilegio único de poder disfrutar su presencia en diamantes desde que salía al terreno vestido de pelotero, pues eso era de los spikes a la gorra desde que se ponía el uniforme. Desde que llegó se vio a un futuro extraclase, era la Nacional 1974-1975 en la que como receptor apenas fue 8 turnos al bate y no participó en el siguiente campeonato nacional por culpa del Servicio Militar Obligatorio. Su primera temporada como tal fue la de 1976-1977 en la que durante la Selectiva se convirtió de séptimo en el anhelado cuarto bate pinareño; dio 25 extrabases (11 dobles, 5 triples y 9 jonrones) y discutió hasta el último momento la condición de mejor novato con otro fuera de serie: Lourdes Gourriel, entre los primeros bateadores con 348 de average. Casanova inmediatamente integró la Preselección Nacional y jugó con el Cuba B.

Fue sin dudar el mejor pelotero de su provincia a partir del 78 y durante más de diez años uno de los cinco mejores del país, para dar una cifra redonda alta. Concretamente entre 1979 y 1982 fue sencillamente el más completo de Cuba y a partir de ese año se suscitó una famosa controversia por parte de los especialistas y aficionados en que se discutía quién era el mejor o más completo: Casanova o Víctor Mesa.

Luis Giraldo Casanova coincidió muchos años con Víctor. Durante buena parte de las carreras de estos dos monstruos del béisbol cubano se debatió intensamente cual de los dos era el mejor o más completo, sobre todo entre 1982-1985. Simplemente Víctor fue más entregado al béisbol, rápido, integral ofensivamente y útil a un equipo. Pues todo lo podía hacer en un terreno de pelota, lo mismo jugaba de primer bate que de tercero en cualquier line up.

Por su parte Casanova era mucho más versátil a la defensa, más virtuoso y con mayor poder con el aluminio, más slugger, pero pasivo en circulación, incapaz de tocar la bola, entre otras características de uno y otro que no voy a enumerar. Solo acotaré que Víctor jugó 19 temporadas y si no fueron muchas más fue porque lo retiraron a la fuerza, cuando era cada vez mejor a la ofensiva. Víctor fue un dedicado por entero a su profesión, con grandes ambiciones que lo hicieron ser cada vez mejor, a pesar de su supuesta locura se cuidaba y entrenaba con vehemencia. Por el contrario, Casanova con mejores características físicas y deportivas –posiblemente uno de los dos o tres peloteros de más condiciones y talento de Series Nacionales-, pero sin explotar totalmente en la mayor parte de su carrera y aquí analizamos los hechos ocurridos en el terreno. Luis Giraldo participó en 17 campañas y en las últimas solo era un destello de lo estrella que había sido años atrás, sobre todo a la defensa y aclaro que por Casanova siento idolatría.

Fue un atleta de altos rendimientos, los que pudieron ser mucho mejores si se hubiera y lo hubieran cuidado más fuera del terreno y jugado con más interés la pelota, pues desde el momento que llegó al llamado techo del béisbol –en menos de cinco años- dio la impresión de que jugaba a media máquina, casi sin esfuerzo y apenas entrenar. Así siguió rindiendo mucho en su juventud, pero esos excesos fuera del terreno y no emplearse a fondo en las temporadas nacionales fue afectando sus condiciones físicas, unido a perdida de motivación y deudas con entrenamiento en el deporte de alto rendimiento, hicieron que a partir de los 32 años fuera mermando gradualmente sus resultados. Son famosas las anécdotas que narran como llegaba a los estadios a última hora antes de comenzar el partido con indicios de haber ingerido bebida alcohólica, no lucir bien en el inicio del juego, pero después disparar algún estratosférico cuadrangular. Algunas de esas anécdotas son ficción, son parte de su leyenda, pero otras fueron bien reales, fui testigo de algunas y otras las creo porque provienen de personas serias y de jugadores que coincidieron con el gran Casanova.

Así y todo era uno de los mejores a la defensa y ofensivamente. Baste decir que defensivamente promedió para 980 en varias posiciones. Muestra de la integralidad ofensiva de esta súper estrella de 181 cm de estatura (5’11) y 90 kilogramos de peso que también se le conoce con los sobrenombres de Capirro y Capitán, son los lideratos individuales que en departamentos ofensivos disímiles alcanzó.

Fue champion bate en dos Selectivas, las de 1981 y 1984 con 363 y 391, respectivamente. En jonrones lidereó en las Series 1979-1980 con 18, empatado con Cheíto, aunque en cuatro turnos más que el cienfueguero, y en la de 1983-1984 con 20, empatado con Lázaro Junco, aunque fue el líder absoluto, pues lo logró en muchas menos veces al bate que el matancero. En triples fue el puntero en las Selectivas de 1981 y 1982 con 4 en ambas oportunidades. Encabezó los dobles en la Serie Nacional 1983-1984 con 19, empatado con el sureño Sixto Hernández. En ese campeonato alcanzó su única corona en carreras impulsadas con 67. Las anotadas las lidereó en la Nacional 1979-1980 con un total de 64 en solo 51 juegos. En ese departamento fue también puntero en la Selectiva de 1982 con 49.

Fue un bateador muy respetado por eso fue líder en bases por bolas en las Nacionales de 1979-1980 con 57, 1982-1983 con 34, empatado con Alejo O’Reilly, y las Selectivas de 1979 con 44, empatado con Antonio Muñoz, y 1982 con 48, mientras que los boletos intencionales los lidereó en la Nacional 1982-1983 con 10 y en los torneos selectivos de 1980 con 12, 1981 con 9, 1982 y 1984 con 8 en ambas ocasiones. También recibía muchos pelotazos, lo que conllevó a que encabezara el listado de los que más golpearon en el campeonatos nacionales 1979-1980 con 10 y 1980-1981 con 9, selectivas de 1977 con 9, empatado con Pedro José Rodríguez, y 1981 con 10. Los flys de sacrificio los lidereó en la Nacional 1979-1980 con 5 y la Selectiva de 1982 con 4. Fue un bateador que por sus excepcionales condiciones recorría muchas bases con sus batazos y por tanto lograba altos promedios de slugging, encabezando ese importante departamento en las Nacionales de 1980 y 1984 con 778 y 641 respectivamente, mientras que el total de bases recorridas lo encabezó en la Nacional 1980-1981 con 110.

Realmente nadie sabe a los guarismos que hubiera llegado si hubiera puesto más énfasis a la pelota después de 1981, pues de igual forma habría podido jugar 20 o más series y con mayor rendimiento. De haber jugado tres o cuatro temporadas más hubiera podido encabezar de por vida los departamentos de anotadas, dobles, extrabases y bases recorridas. En honor a la verdad en el momento de su retiro había mermado sus facultades, principalmente las defensivas, aunque tampoco al bate era el mismo, pues por lo general en sus últimas seis nacionales tuvo buenos averages, pero pocos jonrones y en cambio durante las selectivas pobres promedios y más jonrones o simplemente no las jugaba ya completas. Creo que su adiós prematuro se debió no tanto a su edad -tenía apenas 35 años- , condiciones físicas por lesiones o falta de entrenamiento, sino a estar desmotivado debido a resentimientos que experimentó a raíz del mal tratamiento que se le dio. Es conocido que fue marginado de algunos equipos Cuba en esos últimos años, sin justificación alguna. Recuerdo que no lo llevaron a los Centroamericanos de 1990 y los Panamericanos de 1991. Considero que de no ser por todas esas causas hubiera jugado en plenitud de facultades varios años más, pues atletas de su misma edad como Lourdes Gourriel y Víctor Mesa alcanzaron la longevidad deportiva en tremendas condiciones hasta después de retirados, aunque es cierto que fueron más dedicados al béisbol, pero también recibieron mucho mejor tratamiento, principalmente Lourdes.

Hablar de Luis Giraldo Casanova es mencionar a uno de los más grandes bateadores criollos en eventos internacionales, aunque la mayoría de los rivales durante los mismos eran generalmente de menor nivel que las temporadas cubanas de entonces. Solo diremos que en seis Mundiales disparó 32 jonrones, marca vigente. Líder en jonrones consecutivamente en las ediciones de 1980, 1984, 1986 y 1988, todavía récord. En seis Intercontinentales, 20 cuadrangulares, lo que hasta el momento en que jugó fue también récord. En solo dos Centroamericanos disparó 13 cuadrangulares y en la misma cantidad de Panamericanos bateó 9 cuatriesquinazos. En la arena internacional, incluyendo todos los torneos y topes, dio 101 estacazos. De 1986 a 1996 fue el mayor productor de jonrones en eventos oficiales de primer nivel. En los 16 que estuvo dio 74 bambinazos, marca vigente por varios años hasta que Orestes Kindelán y Omar Linares por ese orden la superaron, aunque en muchas más veces al bate y torneos. De hecho ostenta la segunda mejor frecuencia de jonrones por veces al bate internacionalmente con 7,57 detrás de Pedro José con 7,35, el único que lo superaba en ese aspecto dentro del Team Cuba.

Internacionalmente tuvo hazañas como la muy conocida triple corona de bateo ganada en la V Copa Intercontinental de Edmonton en 1981, primero en lograrlo, donde acaparó casi todos los restantes departamentos ofensivos, lo que lo llevó a ser elegido como el jugador más valioso del torneo y recibió la primera oferta para jugar en Las Grandes Ligas. En esa ciudad se comenta que se le ofreció un cheque en blanco por parte de scouts en 1985, aunque antes y después lo sondearon con ese propósito hasta 1987. En los Juegos de Buena Voluntad de 1990 en Seattle un scout le dijo que lamentablemente había dejado malograr su carrera deportiva por no dar ese paso. Es uno de los pocos peloteros de Series Nacionales del que no albergo ninguna duda de haber podido brillar en el beisbol más fuerte del mundo, pero no fue su decisión. No por gusto ha sido hasta comparado con el gran Roberto Clemente, por parecérsele en su desempeño en el jardín derecho y en la potencia del brazo, sin obviar su clase como bateador, aunque creo que Casanova mostraba más poder en sus muñecas, sin olvidar la diferencia de nivel entre los dos beisbol que jugaron ambos.

En su primer evento internacional oficial, los Centroamericanos de Medellín, fue líder en dobles con 5, segundo en impulsadas con 22, tercero en jonrones con 8 y average con 606. En ese torneo empezó en el banco y lo pusieron al tercer día contra lanzador zurdo. Fue tanto su bateo, incluido debut con cuadrangular, que Wilfredo Sanchez, el dueño del right field de Cuba por mucho tiempo y primer bate natural de los nuestros, solo jugaría un partido más por encima de Luis Giraldo, pues después tenían que alternarlo entre el left, bateador designado o en el jardín derecho si Casanova ese día jugaba en el center.

Casanova es el segundo pelotero con más coronas de jonrones en torneos internacionales oficiales con un total de siete, solo superado por Orestes Kindelán y en diez de estos fue designado miembro de equipos Todos Estrellas. En la VI Copa Intercontinental también celebrada en Edmonton, pero en 1985, no alcanzó nuevamente la triple corona por escasamente un hit. Esa ciudad, fue testigo de una de sus últimas proezas internacionales cuando en el Mundial de 1990 conectó tres jonrones en un juego contra Corea del Sur, récord que comparte con el panameño William Proudt, y los cubanos Antonio Muñoz y Pedro Luis Rodríguez. En el partido bateó de 6-5 para salir espectacularmente de un molesto slump que atravesaba que había provocado que lo sentaran durante algunas entradas y también lo bajaran al séptimo turno. Llevaba 16 veces al bate consecutivas sin dar un hit durante el tope contra Estados Unidos, los Juegos de Buena Voluntad y los tres primeros partidos del Mundial. Sin embargo, el director del equipo Servio Borges solo le permitió jugar el partido siguiente de sus tres jonrones y lo envió al banco en la justa mitad del torneo diciendo que estaba enfermo. No jugó ni un inning más, a pesar de que en menos veces al bate que Orestes Kindelán (quien al final obtuvo la Triple Corona) y Omar Linares - ambos con 21 y Casanova con 13- estaba en segundo lugar en jonrones y tercero en average e impulsadas.

Meses después no fue incluido en el equipo que estuvo en los Centroamericanos de Monterrey. Tiempo atrás había sido suspendido de participar de los Centroamericanos de 1982 por decisión arbitraria del propio Servio y Cuba perdió costándole el puesto a este directivo y que se tomara la cobarde decisión de no asistir al Mundial en Corea del Sur meses después. No estuvo en los Panamericanos de Caracas en 1983 porque se estaba recuperando de una lesión en una de sus piernas que arrastraba desde la Intercontinental de Amberes un mes antes, donde jugó a media capacidad, donde único no dio jonrón y fue bajado del tercero al sexto y séptimos turnos. No estuvo justificadamente en la Intercontinental de 1989 pues no se encontraba bien al bate y su rival, Eddy Rojas, fue sencillamente el mejor pelotero de ese año y atravesaba su momento cumbre.

Tampoco tuvo participación olímpica porque el gobierno de Cuba por cuestiones puramente políticas declinó participar en los ensayos beisboleros de las Olimpiadas de 1984 y 1988. En la de 1992 tampoco estuvo -la primera participación oficial del beisbol en Olimpiadas- porque ya había anunciado su retiro al saber que no estaba en los planes para integrar el Team Cuba. Además, tuvo una temporada muy mala en cuanto a promedio ofensivo y defensa, ya claramente desmotivado. Hay que recordar que meses antes, en 1991, estuvo con el Cuba B en la Intercontinental de Barcelona donde como tercer bate fue el líder en jonrones con 4 y entre los primeros en casi todo. Al regreso fue reincorporado a la Preselección del Cuba A que se disponía a participar en los XI Juegos Panamericanos a celebrarse en La Habana. Como parte de la preparación estuvo en la VII Copa “José Antonio Huelga” en Sancti Spíritus (su último evento internacional) donde bateó 474, pero los Jorge Fuentes, Miguel Valdés y Domingo Zabala, entre otros, lo excluyeron a última hora de los Panamericanos para, por ejemplo, llevar a tres receptores innecesariamente e incluir a Luis Ulacia en los jardines. Ya fue demasiada la afrenta para él.
Fue designado entre los diez atletas más destacados del país en 1981 y 1986, mientras que doce ocasiones en Pinar del Rio. Desempeñó el tercer turno en el Line up de Cuba casi ininterrumpidamente entre 1979 y 1985. También jugó de cuarto, quinto, sexto y séptimo bate. Nunca fue sustituido por un bateador emergente y fue expulsado de un partido de pelota únicamente en la Selectiva de 1981 cuando le cayó atrás, con el bate en la mano, al lanzador Octavio Gálvez, pues consideró que le dio el pelotazo de forma intencional, ya que este se lo había anunciado previamente en son de jarana. En cuanto a poder al bate solo Cheíto Rodríguez y Antonio Muñoz fueron superiores a él como sluggers y jonroneros en su época de mayor destaque. Los jonrones más largos que vi en Cuba se los vi conectar a ellos dos, Casanova y Medina, a los que después se sumaron Lázaro Junco, Orestes Kindelán, Romelio Martínez y Omar Linares.

Evocar algunos de los más espectaculares y gigantescos cuadrangulares de Casanova es volver a vivir la emoción de verlos salir de su bate y muñecas. Recuerdo el que dio en el partido final Cuba-Estados Unidos del Mundial de 1980, o algunos de los que disparó en el Mundial de la Habana en 1984. En ese torneo le dio estratosféricos jonrones a Venezuela, Panamá, Japón y Estados Unidos en el juego final frente al derecho Roger Williams en la quinta entrada con bases limpias. Contra los morochos fueron dos los kilométricos bambinazos. El primero fue por el mismo centro del terreno, la bola picó al lado de la cámara de televisión instalada en esa zona de las gradas. El segundo jonrón cayó al final de la tercera sección de gradas por el jardín izquierdo, por poco cae en la calle, uno de los batazos más descomunales que se han dado en ese estadio. Tanto el que le dio a los nipones como el que les conectó a los norteamericanos -este en el juego final- fueron estacazos que parecían que no iban a caer nunca y cuando lo hicieron fue en plena tercera sección del graderío.

En los Panamericanos de Indianápolis en 1987 disparó el cuadrangular más largo del torneo contra los norteamericanos en el tercer inning del juego por el título, frente a las ofertas del derecho Greg Olson que decretó su salida del box. Ese cuadrangular sobrevoló el muro por los 360 pies, la acera, la calle, la acera cruzando la avenida y cayó en el portal de una casa. Al siguiente turno, quinta entrada, dio otro gigantesco que fue a parar a la calle contra el también derecho Clyde Keller y por la misma zona del el left-center field que si los unen llegan a Pinar, este sirvió para empatar sensacionalmente el juego a ocho carreras.

En Santiago de Cuba durante la subserie final de la Selectiva de 1988 le dio tres a Serranos de espanto, todos de línea por el jardín izquierdo por encima del techo y Pinar fue campeón. También recuerdo los que dio en el tope que Cuba sostuvo con el fuerte equipo norteño de 1988 en varias ciudades norteamericanas y varios de los que dio en el Mundial de Italia celebrado ese año. En ese evento dio varios bien largos por el left y el center field, como el que le dio a China Taipei por el mismo centro del terreno.
Le vi dar uno en Bahía Honda frente a Metropolitanos en un juego celebrado en la Nacional 1988-1989. Esa tarde Casanova se había tomado tres ponches, pero cuando se aclaró la vista de la resaca alcohólica, enderezó la bola por el mismo center field, que no se sabe dónde cayó la pelota. En condiciones similares, según el comentarista Iván López, dio uno kilométrico en San José de las Lajas ya en las postrimerías del choque. Cheíto Rodríguez me comentó que dio otro tremendo por encima del techo del 5 de Septiembre de Cienfuegos horas después de la fiesta por el cumpleaños de Muñoz en 1981, a pesar que estaban en condiciones precarias para jugar pelota. En el partido final de la propia nacional 1988-1989 dio uno frente a Los Metro que cayó en la tercera sección de gradas del Latino. Contra ese mismo equipo capitalino en el Coloso del Cerro presencié dos que disparó en un mismo partido en la Nacional 1990-1991, ambos cayeron en la parte alta de la segunda sección de gradas entre center y left, casi en la tercera, batazos que parecían que no iban a caer nunca. Esa tarde fui testigo como un aficionado le prometió una caja de cervezas si daba un cuadrangular y Casanova le dijo que iban a ser dos. En el Capitán San Luis dio muchos cuadrangulares larguísimos como el que disparó contra Industriales en 1987, batazo que perdió en la noche pinareña entre las torres del left field ante el stupor de su víctima, Ángel Leocadio Díaz. También el que conectó frente al zurdo Iván Alvarez de Ciudad Habana en la Selectiva de 1990, batazo descomunal que por poco da en las luces de las torres que están en el left field y le dio a un aficionado que estaba sentado en el penúltimo travesaño de la torre. En su última Selectiva le vi dar tres jonrones inmensos en el Capitán San Luis, todos a la hora de decidir o de recoger los bates.

Fue el primero en anotar 6 carreras en un partido, el celebrado contra Las Villas el 8 de abril de 1979, marca vigente que comparte con otros peloteros. Comparte el record de bases por bolas en un partido con 5, el 17 de enero de 1980 contra el equipo de Provincia Habana. También compartió la marca de más dobles en un juego con los 3 que le dio a Las Villas en la XI Selectiva, el 29 de marzo de 1985. Es uno de los que ha dado tres jonrones en un juego en Series Nacionales. Hazaña que realizó el 20 de enero de 1981 contra Ciego de Avila. Su primer jonrón se lo dio a su coterráneo Maximiliano Gutiérrez el 4 de enero de 1977. Fue el quinto jugador en llegar a los 100 cuadrangulares, logrado el 8 de febrero de 1981 frente a Alcibíades Zamora, el número tres en alcanzar los 200 el 11 de marzo de 1986 en el Capitán San Luis con un hombre en base contra Alberto Cabrejas y el tercero en arribar a los 300 bambinazos, hazaña que logró la noche del 27 de noviembre de 1991 en el Latino con los hermanos Linares en bases frente al lanzador de Industriales Jorge Fumero. Su hit número mil fue un tubey de línea que en Pinar del Río le dio a Félix Núñez durante la XI Serie Selectiva de 1985. En el capítulo de las impulsadas fue el cuarto en llegar a las mil en la Serie 1990-1991. El millar de anotadas las completó en 1989-1990, segundo en llegar a esa importante cifra. Casanova es grande entre los grandes, ilustre miembro por derecho propio en el salón de la fama del pueblo cubano. Atleta en extremo sencillo y despreocupado por las cosas materiales. Pelotero que no se fue de Cuba para jugar en Grandes Ligas con todos los atributos para hacerlo con calidad, a pesar de sinsabores recibidos en su patria y de pasar vicisitudes personales y económicas en su época de esplendor, pues no tenía ni bicicleta y tuvo que ir a muchos juegos pidiendo “botella”, aventón. Además, las condiciones de albergue en los estadios, transporte y alimentación no eran buenas. Bateador fuera de serie que por muy mal que estuviese, siempre en los momentos difíciles era uno de los más oportunos y seguros, irradiando un magnetismo que inspiraba confianza a sus compañeros y seguidores. Omar Linares fue otro portento, pero a la hora de preferir a uno para decidir y liderear un conjunto, Casanova era sencillamente insuperable. Ambos conformaron durante diez años uno de los mejores one-two de nuestra pelota en todos los tiempos. Cuando decidió decir adiós al beisbol activo era líder en pelotazos recibidos, segundo en anotadas y bases por bolas, en ambos detrás de Antonio Muñoz, tercero en jonrones, bases recorridas, slugging, boletos de carácter intencional y flys de sacrificio, cuarto en dobles e impulsadas, séptimo en hits y número diez en average. En total conectó 641 extrabases, tercero cuando se retiró. Todavía en la actualidad es el tercer de mejor slugging en toda la historia de 50 Series Nacionales, solo superado por Linares y Kindelán por ese orden. Durante sus años mozos solo Antonio Muñoz fue superior a él como bateador con excepción del average. Casanova es uno de los peloteros que más títulos nacionales ha ganado con los planteles de su provincia, pues archivó 6 campeonatos nacionales con sus amados y fortísimos Vegueros (1978, 1981, 1982, 1985, 1987 y 1988) e igual cantidad de Selectivas (1979, 1980, 1982, 1984, 1988 y 1991), siendo un puntal en todos esos triunfos, pues además era el icono, líder natural y dios de los peloteros y aficionados pinareños. Si bien es cierto que en varios campeonatos cubanos mostraba jugar sin esforzarse, no menos verdadero fue que en los Play Off (bateo para 348) y en los juegos y subseries de aquellas Nacionales y Selectivas en que su equipo luchaba por el banderín y que gracias a él, entre otros, se alzaron con el triunfo con excepción de la Selectiva de 1978 (no se le ha incluido en su labor histórica), la Nacional 1985-1986 y la Selectiva de 1990. En esos momentos cumbres y en eventos internacionales Casanova se empleaba a fondo y mostraba toda su extraordinaria clase, ecuanimidad y liderazgo. Un ejemplo fue la Selectiva de 1988, en un campeonato que estaba mal ofensivamente, pero bateó todo lo que quiso en las series cruciales frente a Ciudad Habana y Serranos que ayudaron al título pinareño y al final terminó con 300 de average y 11 cuadrangulares que lo llevaron a última hora a la Preselección Nacional, de donde se le quería ya marginar. Hombre de grandes batazos en La Habana, Italia, Pinar del Río, Japón, Canadá, Cienfuegos, Colombia, Holguín, Estados Unidos o Santiago de Cuba. El último de sus jonronazos lo disparó el día de su retiro oficial contra Sancti Spíritus, el sábado 31 de octubre de 1992, en su querido Capitán San Luis, batazo que por poco da en la polivalente que está después de las cercas del jardín izquierdo. En ese estadio estuvo su retrato con su emblemático número 14 frente al home, lugar por donde sacó la pelota no se sabe en cuántas oportunidades. Ese número es legendario, pero no fue el único que tuvo en su carrera. Cuando debutó usó el 4, cuando jugó su segunda nacional usó el 15, en la selectiva usó el 19, pues Juan Carlos Oliva venia de Forestales con el 15.

La siguiente temporada, 1977-1978, la jugó con el 38 y cuando llega al Team Cuba usa el 14, ese que nunca abandonó y forma parte de su historia, que por decreto se decidió retirarlo de las Series Nacionales el día de la ceremonia oficial de su retiro, pero solo seha respetado esa resolución en Pinar del Rio. Cubano que ha seguido aportando sus experiencias en su tierra y otros países del mundo como Italia y Japón desde su adiós al juego diario. Ha sido entrenador de bateo del equipo de su provincia y de la Selección Nacional, también director de Pinar entre el 2008 y 2009. Es uno de los 100 atletas más destacados de la pasada centuria. Por siempre será El Señor Pelotero de Cuba.

Glorias del beisbol cubano....Lazaro Junco






El pelotero matancero pegaba unos jonrones descomunales e inspiraba respeto por su fortaleza física

Quizá no se paraba «bonito» en el cajón de bateo, pero Lázaro Junco Nenínger pegaba unos jonrones descomunales e inspiraba respeto por su fortaleza física. Todavía luce en buena forma, como si los años no pasaran por él.

Siempre lo vi jugar con el rostro «apretado», pero ahora descubrí a un hombre locuaz y jaranero, muy lejos de aquella imagen seria que proyectaba en el terreno. Conversamos en las gradas vacías del estadio matancero Victoria de Girón.

Así me entero de muchas cosas sorprendentes. Por ejemplo, Junco pudo debutar con Industriales y fue Pablo Gutiérrez, su profesor en el Tecnológico, quien le aconsejó guardar la sonrisa para jugar a la pelota.

«Me empaté en serio con el béisbol en el año 1973, cuando estudiaba en la capital. Fue en el Instituto Politécnico de Química Mártires de Girón, en el municipio de Playa. Como casi todos los muchachos, sabía jugar pelota, pero no había pasado por ninguna escuela deportiva. También practicaba voleibol, baloncesto y boxeo.

«Un día, precisamente jugando baloncesto con el Gato Varona, vimos que el profesor Pablo Gutiérrez estaba haciendo pruebas para integrar el equipo de béisbol del Instituto. Nos acercamos y enseguida me preguntó si sabía jugar. Entonces respondí que podía defenderme con un bate en la mano.

«Por aquel tiempo me gustaba la tercera base, porque mi pelotero preferido era Owen Blandino, además de Félix Isasi. En definitiva, me escogieron en el equipo y tuve un buen resultado en ese primer campeonato.

«Después el profesor Pablo me aconsejó que pasara a los jardines y jugué en esa posición el segundo torneo con el Instituto. Luego me invitaron a participar en el campeonato de primera categoría con el municipio de Playa.

«En los torneos provinciales conocí a Elnudys Poulot, Rey Vicente Anglada y otros grandes peloteros que estaban con La Pesca, donde había tremendo equipo.

«Así también conocí al difunto Changa Mederos. Muchacho, la primera vez que lo enfrenté me tiró tres curvas y yo no sabía cómo tirarle a la bola. Fue en el terreno del Hospital Psiquiátrico, que tenía otro gran equipo. Entonces empecé a ir al Latino para ver a Capiró y tratar de captar su forma de bateo.

«Pablo Gutiérrez me aconsejaba pegarle delante a la pelota y aprovechar mi fuerza natural. Siempre me animó, pero decía que yo tenía un gran defecto: me reía por todo, lo mismo si se le caía la bola a un compañero, o si yo mismo fallaba. Para él, había que coger la pelota con seriedad, por respeto al pueblo».

—¿Cómo llegó Junco a las series nacionales?

—En 1978 terminé mis estudios de Química Industrial en el Instituto y me invitaron a la preselección de Industriales. Sin embargo, dije que regresaría a Matanzas, porque si tenía posibilidades de colarme en uno de los equipos capitalinos también podía hacerlo en mi provincia.

«Llegué a Limonar y enseguida fui a los entrenamientos para la serie provincial. Entonces Gerardo Sile Junco me preguntó por qué estaba allí si lo mío era el baloncesto y el voleibol. Le dije que iba a eliminarme como todo el mundo.

«Al final demostré lo que había aprendido en La Habana y ese primer año fui líder en jonrones durante la serie provincial. Félix Isasi me dio muchos consejos, fue como un padre para mí.

«En series nacionales debuté con Citricultores. Mi primer jonrón fue aquí en el estadio Victoria de Girón, como emergente, frente a uno de los grandes lanzadores de aquel momento: Orlando Figue-redo. Entonces pensé que si le había pegado jonrón a él, podía dárselo a cualquiera.

«En la serie de 1981-1982 fui líder en jonrones entre tantas figuras establecidas como Muñoz, Cheíto, Casanova, Medina o Reinaldo Fernández. Eso me dio mucha confianza.

—Al principio usted robaba muchas bases y después no. ¿Por qué?

—Bueno, Gerardo Bravo era el mentor y me dijo que mi función en el equipo era dar jonrones e impulsar carreras, pues para robar estaban Wilfredo, Isasi y los demás. Lo entendí porque yo me lesioné la rodilla derecha jugando baloncesto y hubo que pasarme un clavo. Entonces cada vez que saltaba, o me deslizaba, se inflamaba mucho. Al final robé más de cien bases y me capturaron pocas veces.

—¿Es más difícil batear el lanzamiento en curva hacia afuera, o la bola pegada?

—En eso hay bastante controversia. A mí me hacían daño los rompimientos hacia afuera, pero de todas formas prefería que me lanzaran así y no cerrado.

«Una vez, en La Habana, Chiquitín Cabrera me dijo que si quería dar más jonrones empujara la bola hacia el jardín derecho, porque yo halaba demasiado. Claro, me pidió que no lo probara en esa serie contra su equipo.

Por la noche ellos pusieron a José Ibar, que siempre me tiraba slider hacia afuera y yo pasaba trabajo para conectarle. Pero en la primera vez al bate le di jonrón entre center y rigth.

«Cuando llegué a home me llamó Chiquitín y le dije: profe, solo estoy practicando, no se preocupe. Desde entonces me quedé con aquella fórmula”.

—¿Le dieron muchos pelotazos a Lázaro Junco?

—(Se ríe) Un montón y sé que muchos fueron intencionales. Un día jugábamos contra Pinar del Río y le di un jonrón por el center field a Juan Carlos Oliva.

«En mi segunda vez al bate, Félix Isasi se empieza a meter con Oliva y lo reta para que me tirara un pelotazo. Yo pedí tiempo y Félix me susurró: ponle carácter. Entonces entré de nuevo al cajón de bateo y lo miré fijamente. Juan Carlos comenzó a reírse y me dio la base por bolas.

«Después Félix me dijo: ves, si no le pones carácter te la iba a tirar. Desde entonces aprendí a ponerle cara fea a los lanzadores, sin excesos, porque al final son cosas de la pelota.

«Otra vez estábamos en Calimete —jugaban Citricultores y Villa Clara— y le di jonrón, doble y triple a Mario Véliz. Después él explotó y trajeron a Isidro Pérez de relevo.

«Enseguida Pablo Hernández pegó doble y yo vine después a buscar un hit para hacer la escalera, que siempre es difícil de conseguir. Pero Isidro me dio un bolazo en la cabeza que por poco me mata.

«Al hospital de Matanzas fue a verme Alejo O’Relly (todavía él jugaba en Villa Clara) y me confesó que el director había mandado a tirarme el pelotazo. Eso fue un sábado y el domingo por la mañana el médico me dio el alta y yo fui para el estadio.

«Había doble juego y no salí en el primero, pero en el segundo trajeron a Isidro Pérez de relevo y yo le dije a Tomás Soto, que era el director: voy de emergente.

«Él se alarmó, pero yo lo calmé: tranquilo, solo voy a darle jonrón. Y se lo di. Nunca perdí las relaciones con Isidro, ni con el director que mandó a darme el pelotazo. Pero debemos pensar en las consecuencias que puede traer un bolazo antes de tirarlo por gusto. Es mejor darle cuatro bolas al bateador que golpearlo».

—Junco fue uno de los peloteros con menos suerte para integrar el equipo Cuba. ¿Cómo asimilaba eso?

—Bueno, yo rendía, iba a la preselección, y al final casi siempre me eliminaban. Los motivos nunca me los explicaron.

«Una vez Servio Borges me llegó a decir que yo no estaba en los planes del quinquenio. Imagínate si el béisbol se iba a planificar igual que la producción de las empresas.

Por fin integré el equipo Cuba para los Juegos Centroamericanos de La Habana, en 1982. Ese año el resto de los jardineros no estaba en su mejor forma. Entonces Muñoz y Cheíto me decían: no te preocupes novato, tú vas a jugar.

«Pero fueron pasando los días y nada. Ya al final de la serie me sacaron a batear frente al puertorriqueño Feliciano y el público que estaba en los palcos empezó a preguntarme jocosamente si yo estaba en ese equipo.

«Salí predispuesto, con la mente congestionada, y me poncharon. Ahí el Latino entero comenzó a aplaudirme y yo sentí vergüenza porque parecía que me había ponchado a propósito. Eso me ayudó a madurar más.

«Dos años después había mundial en La Habana y sabía que para integrar el equipo debía quemar las naves. Al final me colé, pero tampoco salí como regular.

«En el juego contra Puerto Rico estaba yo en el banco junto a Rolando Verde y Pedro Chávez nos mandó a bajar al túnel para calentar. Yo vi que venían a batear los “caballos” y pensé que aquello era por gusto. Sin embargo, Luis Cuba, que era el delegado del equipo en aquel momento, bajó y me dijo: Junco, dice Chávez que vas tú por Muñoz. Cuando salí al terreno Muñoz me preguntó: novato, qué tú haces aquí. Hasta los pies me temblaban, pero le dije: Chávez me mandó.

«En ese momento, con el Latino lleno, me vino a la mente el recuerdo de los Centroamericanos de 1982 y juré que no podía pasar lo mismo. Solo me propuse golpear la bola y saqué un gran batazo contra las cercas del jardín central. Después el propio Muñoz me felicitó».

—¿Cuándo Junco toma la decisión de retirarse?

—Yo no decidí eso. Mi meta era llegar a los 500 jonrones. Pero me mandaron a jugar a Ecuador con otro grupo de atletas y allí recibimos la famosa resolución del retiro.

«Al regreso dije que no quería retirarme y me presionaron bastante. Incluso, llegaron a decirme que debía jugar la serie provincial para ganarme el puesto en el equipo Matanzas, lo cual fue muy irrespetuoso. Al final, cedí ante las presiones».

Nos despedimos con algunas reflexiones sobre los temas más cotidianos. Actualmente Junco tiene 51 años —nació el 5 de septiembre de 1959— y vive orgulloso de sus dos hijos.

El varón se llama Lázaro Francisco y tiene 19 años. La hembra, Adilis, anda por 22 y ya le ha dado dos nietos, el último hace solo tres meses.

Ahora Junco dirige a los muchachos de 15-16 años en Matanzas, quienes dentro de unos días disputarán la final de su categoría en Camagüey. Una medalla le daría algo de consuelo a una provincia detenida en el tiempo, si de béisbol se trata.